TRANSCRIBO LA RESPUESTA DE ROLANDO JIMÉNEZ EN APOYO A LA LEGALIZACIONES DE LAS UNIONES HOMOSEXUALES

Cristi, en su calidad de presidenta de la mencionada Comisión, en realidad no concibe que composiciones distintas a las de los matrimonios heterosexuales podamos ser familia, como si tal concepto tuviese una sola interpretación o como sí ese término estuviese reducido a aspectos religiosos o legales o a ideologías que poco y nada le importan el amor y las proyecciones entre parejas diversas, como las homosexuales o las transexuales.
El Comité de Derechos Humanos de Naciones Unidas ha señalado que la "familia" debe interpretarse como un "concepto amplio que incluya a todas las personas que componen la familia, tal como se entienda ésta en la sociedad del Estado Parte de que se trate".
Las sociedades en Chile han cambiado, según lo demuestran diversos estudios, y de paso la concepción de familia también se ha ampliado para integrar las diversas realidades. Hoy, de cada 10 niños/as que nacen en Chile, siete son hijos/as de padres y madres que no están casados/as, señaló un reciente reportaje de La Tercera.
Suponer que estos niños y niñas, con sus respectivos padres y madres; no constituyen familia por la única razón de que sus progenitores no están casados y/o no conviven, sólo es una apreciación discriminatoria y desconocedora de en que país se vive.
Lo mismo sucede en el caso de niños cuidados por parientes o personas distintas a sus madres o padres biológicos o con las parejas homosexuales o transexuales, todos sectores unidos por el amor y por la decisión de vivir juntos para cuidarse y contribuir desde sus experticias, desde su núcleo familiar, al desarrollo de su entorno o comunidad más cercana y, de paso, del país como conjunto.
Las parejas homosexuales y transexuales ya son una realidad conocida en nuestro país, y mejor aún, cada vez más aceptada por las generaciones más jóvenes, según lo demostró un reciente estudio del Instituto Nacional de la Juventud (Injuv). De acuerdo al sondeo, el 56 por ciento de los jóvenes está de acuerdo con el matrimonio entre personas del mismo sexo, mientras que el 51 por ciento aprueba que homosexuales puedan tener o adoptar hijos, cifras que explicitan un aumento de 21 puntos porcentuales en comparación con fines del 2006.
La diferencia entre parejas homosexuales y heterosexuales no radica, entonces, en que unas sean familia y otras no. La gran diferencia, que es una inhumana desigualdad, es la imposibilidad de las primeras para regular su relación (régimen patrimonial, previsional, de salud, de herencias, etc), pues en Chile no está permitido el matrimonio o las uniones entre personas del mismo sexo. Así, mientras los heterosexuales pueden optar por unirse o no en matrimonio, otro 10 por ciento de la población carece de esta alternativa.
Un caso ya emblemático es el que afecta a Sebastián Velásquez y su pareja, quienes ayer, con nuestro apoyo y el patrocinio de la Corporación de Interés Público, presentaron la primera demanda ante tribunales para que se reconozca que su hogar, con ocho años de sólida relación, constituye un “bien familiar”.
La demanda es una necesidad, pues legalmente la casa es sólo propiedad de la pareja de Sebastián, tras haberla heredado por el fallecimiento de su madre y padre, cuando tenía 9 y 11 años en forma respectiva.
Sí la pareja de Sebastián fallece o sufre un accidente grave, las posibilidades de que familiares lejanos se apropien de los bienes son mayúsculas. Y aunque así no fuera, la casa tampoco podría ser de Sebastián y quedaría en tierra de nadie.
Varios sectores homofóbicos y conservadores han señalado que estos problemas se pueden resolver mediante la generación de sociedades anónimas o heredando, tras trámites legales costosos y difíciles.
El asunto es que estamos hablando de dignidad e igualdad. Relaciones como las de Sebastián y su pareja constituyen una familia, no una sociedad comercial, y como tal merecen ser reconocidas por nuestra legislación y justicia como tales, teniendo la posibilidad de acceder en igualdad de condiciones a los derechos con que gozan las uniones heterosexuales. Es decir, no se demandan leyes o normas especiales, sino que iguales para todos los chilenos y chilenas, tal cual está garantizado en nuestra Constitución.
La travesía legal iniciada por Sebastián y su pareja requiere también de la profundización de los cambios culturales que ya se están dando y para ello, desde el movimiento de lesbianas, gays, bisexuales y transexuales hemos desarrollado innumerables campañas ciudadanas.
En ese sentido, y con el respaldo de la Embajada del Reino de los Países Bajos, iniciaremos próximamente nuevas campañas con ese fin, a objeto de que todos y todas comprendamos y repudiemos que en este país haya derechos humanos que están siendo negados a personas por la única razón de amar a otras de igual sexo o por tener una identidad de género diversa.
Y es que prevenir y corregir estas injusticias debe ser tarea de cualquier persona que crea en el respeto total a los derechos humanos, sin dobles lecturas y sin posturas autoritarias o sectarias que buscan imponer a otros una forma particular de vivir y relacionarse.