IMPRESIONES SURGIDAS POR LECTURA DEL LIBRO "EL NUEVO NIÑO"

Nombre: Impresiones surgidas de la lectura “EL NUEVO NIÑO”
Autor: Claudio Araya Sotomayor
Fecha: Octubre; 1999
Observaciones: Este texto fue uno de los tantos escritos surgidos de la lectura obligada de la cátedra de Humanismo-experiencial de la carrera de Psicología dictada por la profesora Vilma Bustos Coli.
El libro “El nuevo niño” me pareció de fácil lectura y profundo contenido, pero para captar esto último hay que leerlo desde la perspectiva del recuerdo infantil. A continuación expongo los pensamientos generados por su lectura.
Creo que la religión, cualquiera que ésta sea, va generando en el niño normas y valores que reprimen su natural y sano desarrollo, castigando el natural aprendizaje que otorga el “acertar” y “equivocarse”. La suma del cuestionar, más el sentimiento de la culpa, da como resultado una sociedad enferma donde la persona termina siendo un desconocido para sí mismo y cuya única forma de vida se relaciona en un sentir y reprimir. En síntesis, el hombre se transforma en una persona neurótica que proyecta en la sociedad sus propios síntomas. Una sociedad donde la interacción se logra por el lado oscuro de la luna, en lo perverso. Pienso que la sociedad ha proyectado sus carencias, o visión obscura de la vida, en su “necesidad de creer”; esto ha llevado al hombre a perderse en la búsqueda de Dios, es decir en la búsqueda de sí mismo.
Para mí la interpretación que doy a la frase “Dios hizo al hombre a su imagen y semejanza”, y es por ello que sostengo que soy católico apostólico claudista y no romano, es que Dios existe; pero sólo existirá en la medida que logremos un conocimiento de sí mismo, porque Dios está ahí esperando el encuentro. Y para que este encuentro se pueda lograr, el hombre debe tener la libertad de cuestionar, de negar, y de aceptar libremente, sin la censura valórica inculcada por la ignorancia y temores de nuestros progenitores fuertemente sustentada en la creencia de un dios castigador.
Reconociéndome católico apostólico “claudista”, debo mencionar que el dogma de fe fue similar a la inquisición en mi entrañable infancia. Todo lo que me cuestionaba en aquella época, y al final de los recursos explicativos de mis padres, terminaba con un gran muro que decía “dogma de fe”, es decir... tenía que creer.
En ese contexto me explicaron mis primeras navidades... “Iba José y María caminando, él a pié y ella en burro, aquella noche del 24 de diciembre. La noche estaba estrellada; María sintió que se acercaba el momento de dar a luz y solo encontraron una pesebrera, ya que no había hospedería alguna en el pueblo. Horas mas tarde, María, con el cansancio de una mujer parturienta, tomó al crío entre sus brazos, lo tapó con paños y pieles de oveja rodeándolo con sus brazos en dulce protección. Una tenue luz proyectiva asomaba desde el fondo de sus cansados ojos...”
Y José... José nada!. Él observaba, cuidaba y proveía al hijo de otro. Soportaba y luchaba contra sus viriles pensamientos cobijándose en la sublimidad de un curioso diálogo interno... ¡Seré el padre terrenal del único hijo de Dios. Sin duda pasaré a la historia... !
María, en silencio, miraba al crío y pensó... ¡He aquí al hijo de Dios, el será el salvador del mundo, él será..., él será..., él será. ¡Él es mi hijo y el hijo de Dios, quién fue concebido a imagen y semejanza del hombre para la salvación del mundo!...y José?... dónde estaba José en toda esta historia?...bendito cornutto.
Dejando fuera las connotaciones religiosas, esta historia manifiesta que frente a lo inexplicable surge la vital e inmediata necesidad en el ser humano de explicarse el mundo a través de historias fantásticas donde la magia y la creatividad van tomadas de la mano. Sin duda la creencia del dios trueno o un dios fuego fue un recurso creativo de supervivencia para el ser humano; situación que le permitió a éste sobrellevar su propia existencia. La que bien pudiese haber sido agobiadora por lo inexplicable y donde la muerte sería un descanso frente a un mundo lleno de interrogantes y situaciones estresantes.
Gracias a la naturaleza que subyace en el hombre, el pensamiento mágico surgió con fuerza creativa y aquí estamos vivitos y coleando inventando supuestos y usted leyendo estas palabras herejes.
Volviendo a María con su hijo en brazos, creo que ella tomó real conciencia que era su hijo cuando proyectó en él una existencia más grata de la que ella tenía en su propia realidad y contexto. Era una mujer pobre, sin embargo engalanó a su hijo con la riqueza de su imaginación; lo cubrió de gloria, poder, espiritualidad, etc., es decir hizo con su hijo lo que toda madre hace con los suyos, mi madre incluida, salvo que.... mi madre se descaderó de tanto tener chiquillos y gozar de los placeres del sexo con mi padre y se le honró con el título de señora. María, en cambio, no gozó con el placer natural del sexo (fue poseída en una nube), tuvo por marido a un “cornutto complaciente” y de premio no solo se le llamó “Virgen María”, sino que además siguió siendo señorita con marido al lado.
Pienso que María se transformó en la cuidadora de sus propias proyecciones. Esto quiere decir que a Jesús se le sumó un valor agregado que fue el “deber cumplir” con las expectativas de su madre. Ella necesitaba de ésto y Carl Rogers lo plantea muy claro cuando dice que “el fomento de la creatividad es algo necesario y natural que deriva de las necesidades sociales”. Creo que a mí me ha sucedido varias veces como a María. Sin ir mas lejos días atrás requerí que los ceros de mi cuenta corriente estuvieran a la derecha pero, por mucha imaginación que le puse, los ceros seguían a la izquierda. Me dije...¡Claudio, ésta es tu realidad como chileno! Qué hago?...y partí corriendo, corriendo porque se me iba la vida, al primer local de juegos de azar y compré por unas pocas monedas todas las riquezas y poderes que mi imaginación pudiese darme, imaginación mediada por mis necesidades más urgentes, por cierto!. Lo que tenía que pagar no lo pagué pero fui feliz por una semana sumergido en la superación de mis carencias a través de mi propio Jesús, convertido en la simplicidad de un boleto de kino (creo que mis acreedores odiaron que yo fuese tan devoto) En todo caso estimado (a) lector (a) no piense que solo estoy conformado por el signo peso, también entre mis prácticas de imaginería he sido pianista, he dado grandes conciertos en las salas más prestigiosas del mundo. También fui partner de Margot Fontaine en el famoso paux de deu del ballet “La bella durmiente”, amén de ser un prestigioso psicólogo de renombre mundial. Lo más curioso de todo es que mis dedos están doblados por la artritis, mis piernas apenas resisten el tormentoso peso de mi estructura y todavía no termino mi tesis para recibir el título de psicólogo. Pero sigo aquí sobreviviendo, como antaño lo hicieron mis tíos primates, inventando historias para entender este mundo.
Volviendo al tema de María, siempre me he preguntado que habría ocurrido con ella si en vez de tener un Jesús hubiera tenido, en esa época, una Jesusita. Sin duda, en la escala jerárquica de la iglesia de hoy las monjas tendrían más poder y oficiarían las misas; los sacerdotes serían sus fieles servidores, hacedores de camas y fabricantes de ostias. Pero, como la vida es sabia, puedo asegurar que hoy, gracias a lo que llaman liberación de la mujer y la lucha por la igualdad, si “Jesusito” hubiese sido una “Jesusita” no implicaría, para María Madre, mayor frustración que el simple deseo de una mujer de tener un hijo varón (resolución adecuada del complejo de Edipo, diría Freud) Tendríamos a un San José participativo en la historia del mundo y en la formación de su hijita. Seguro estoy que “Jesusita” se las hubiera ingeniado para no terminar en la cruz con un padre impotente y dolido llorando a los pies de ésta (menos han hecho personas con mi humanidad y de mis padres recibieron, por parte baja, un garrotazo en el mate. La imagen y semejanza parece que no corrió para José y María) Jesusita tendría hijos y nietos, y el concepto de amor y generosidad tendría otra perspectiva para nosotros los mortales donde el amor-dolor-sacrificio y muerte no serían sinónimos.
Volvamos ahora a Jesús. Como todo niño con sus travesuras, a los nueve o doce años desobedeció a sus padres en el mercado y se perdió por alrededor de dieciocho años..., también se perdieron las páginas de su libro de vida. Siempre me he preguntado qué pasó con su despertar sexual, cómo fue su rollo con la masturbación, cómo se las ingenió su padre adoptivo para explicarle que la salida de los pelitos no implicaba que se estuviera convirtiendo en mono. A quién Jesús le confió sus penas de amor. Desde niño sentí pesar por Jesús y lo quise por hermano, suplicaba a mis padres que lo adoptaran.
Pero parece que algo sucedió con Jesús en aquel periodo perdido, supongo que algo que no corresponde al hijo de una divinidad. Lo que sí esta claro en las escrituras es que Jesús aparece cuando ya tenía aproximadamente 30 años y aparenta ser más independiente de la significación materna.
De José puedo decir que la historia fue cruel con él. Nada más se supo de José, que de carpintero tenía lo que yo de sangre real, es decir... nada!. (en Israel todo es piedra y fierro, la madera era un lujo al que no tenía acceso el pueblo y la familia de Jesús era pueblo, sin comas ni acento).
Triste final para Jesús, fue crucificado. Tanto le habló su madre de que él era hijo de Dios que éste se lo creyó; sublimó el dolor físico y emocional, en un amor universal. Pobre Jesús, su madre lo mató.
Después de este triste final para mi hermano querido no me ha quedado más que pensar en un hijo débil, normado por una madre fuerte en estado crepuscular, casi psicótico; que no permitió ni potenció, en su insanamente amado hijo, la autorrealización natural a través del desarrollo libre de su creatividad. Un Edipo no resuelto marcado por la sintetización de la mujer genérica como a una “María Magdalena”, prostituta arrepentida (curiosamente mi madre y sus amigas opinan igualito de las pololas de sus hijos)
Y para hacer más expedito mi camino al infierno, pienso que Jesús vivió determinado por las expectativas de su madre; mujer frustrada de no ser hombre en una época donde ser mujer era sinónimo de nada.
No me queda más que lamentar que éste modelo de madre castradora, inhibidora de la creatividad constructiva, que por derecho natural corresponde al desarrollo y género humano, sea promovida y normada por ésta “sociedad-Madre María” a través de la institución educacional en colusión con un sistema familia peculiar, y desde donde se le incita al niño a sobrevivir gracias a su “amigo imaginario” y a quién debe matar, cruel y sanguinariamente, en la justificación de emular el “acto de traición” que Judas cometió contra Jesús.
Por último, debo decir que desobedecí al sistema en el cual estoy inserto y confieso que, en favor del amor profundo hacia mi “amigo imaginario”, no fui capaz de asesinarlo y, emulando la huida a Egipto, lo cobijé y protegí con todo mi cuerpo y sentimiento.
Agradezco, para terminar, que mi madre se llame Patricia, a secas; y que mi padre solo lleve por título su nombre, Jorge.
0 Comments:
Post a Comment
Subscribe to Post Comments [Atom]
<< Home