EL BUEN MORIR
Hoy escucho las noticias sobre el debate moral y ético que tiene nuestra sociedad para permitir que la persona pueda decidir poner término, voluntariamente, a su vida cuando existe una enfermedad incurable y de costos altísimos que ponen el riesgo el patrimonio personal y el familiar. Esto último no es tema menor. Esta situación actual me ha obligado a rearmar, a través de la memoria que ido recuperando, una experiencia personal. Hace cuatro años atrás, 2002, sufrí una “meningoence falitis criptococócica” más otras enfermedades de igual severidad, que me dejaron postrado y desahuciado. El tema no trataba si yo deseaba morir; la situación pasaba por la autorización del médico, quien decidía si yo “tenía que vivir o no”, y para ello era de extrema importancia aplicarme una inyección crucial para enfrentar esa enfermedad. Él consideró que, frente a mi gravedad, era un recurso perdido el aplicármelo porque se iba parte importante del ítem presupuestario que se le había asignado a la “meningoence falitis criptococócica” en ese hospital. Gracias a mi familia, y a un médico que no se creyó el cuento de ser Dios, pudieron exigir que me la otorgaran. Tampoco éste médico tomó en cuenta la fuerza que el paciente, en este caso yo, se aferraba a la vida. La sobrevivencia, reconozco, la tengo muy arraigada en mí. La historia a la que me refiero no trata del problema ético-moral del “buen morir” del paciente, sino del problema de un médico que decide quién debe vivir o morir. Es otra forma de poner en práctica la eutanasia, pero con la gran diferencia, el paciente quería vivir. En lo personal, esta figura se parece más a un asesinato por parte del profesional, como antaño lo hicieron los nazis, frente a la incapacidad del galeno. Por otro lado, asisto a pacientes con VIH-SIDA como voluntario de un hospital. En rigor, este cargo asiste al paciente desde la perspectiva práctica y unipersonal, aunque por mi profesión de psicólogo trato de dar y desarrollar un apoyo afectivo más profesional entre el sujeto y su familia. Veo diariamente a grandes luchadores, pequeños-grandes héroes; veo a pacientes y a sus familias luchando por su derecho a la vida enfrentando un sistema muy burocrático, muy poco acogedor, muy practicador de eutanasias, no por un sentido humano, sino por la decadencia social que vivimos día a día priorizando costos y utilidades. Ver el sufrimiento humano como un costo económico. También he visto pacientes que, frente a la realidad cruel de su situación, no desean seguir viviendo. En lo personal, valido ésta situación. Pienso que la persona afectada, y solo él, puede saber y enfrentarse a sus reales fortalezas y sus propias debilidades y por ende poder decidir hasta dónde desea vivir. Para muchos, incluso para mí, resulta fuerte de tratar éste asunto. Sin embargo, al pensar sobre el tema en cuestión, me enfrento a mis propios miedos, a mis sentimientos culposos tan reforzados en mi formación católica, a mis egoísmos, a mis carencias de empatía con el “otro” y a un sinfín de situaciones que me permiten procesar cognitivamente las experiencias propias y de otros. Debo plantearme, frente a las experiencias que he vivido, hasta qué punto puedo pretender que el paciente sufra porque yo no estoy preparado para enfrentarme a mis propios miedos y debilidades. Concluyo que debemos legislar para poder acoger a ese grupo de personas que desean un “buen morir”. Nadie a quienes he consultado, postulando una situación límite, plantean el deseo de vivir mecánicamente. Piden que Dios se acuerde de ellos antes de sufrir o que sus familias sufran. Hay mucho que pensar en éste tema. |
2 Comments:
sinceramente creo que las personas que estan en la dificil situacion debieran decidir...sin embargo esto me atemoriza bastante...poruqe puede pasar que las personas por miedo a seguir sufriendo, simplemente decidan no dar mas de si mismas y rendirse..pero si ese momento era crucial vivirlo para que la enfermedad o el mal que los aquejaba se terminara por si, liberando a la persona...entonces cabe otra pregunta...quien es uno para decidir si esa persona debe vivir o no, aunque se sepa que existe una posibilidad de que la enfermedad ceda despues del doloroso momento de crisis???..eso por un lado...y por otro lado, respeto igualmente la decision de no querer vivir conectado a maquinas...o en una circuntancia done la vida realmente para esa persona no es vida...mi abuelo murio hace alrededor de dos años....el la semana anterior a su muerte le dijo a un ser muy querido para el que ya queria morir...que estaba bueno ya de todo...cuando yo supe le encontre toda la razon del mundo, si bien mi corazon y yo sufrimos mucho, no podia dejar de pensar que él, una persona eternamente activa, estuviera postrado en una silla, sin niquiera poder bañarse solo...yo l eencontre toda la razon y creo que de algun modo el eligio morir, a lo largo de su vida experimento variados momentos en que su condicion era muygrave y siempre salio adelante, sin embargo ahora, murio de manera inesperada, producto de una enfermedad aparentemente simple...en fin, apoyo la nocion de que la spersonas decidan sobre si mismas su destino, y no creo que eso interfiera con la reencarnacion o algo por el estilo, ya que si pensamos que algo debe pasar de determinada manera, es precisamente esamanera la que ocurre...
gracias por compartir tu vision conmigo...
loreto
Hermanito, este es un tema muy sencible sobre el cual es indispensable debatir. Pero primero tengo que decir que ese médico al te refieres, deberían quitarle la licencia!!! yo creo que ese señor se equivovó de profesión, él debió haber sido economista en un gobierno facista.
Sobre "El buen morir" creo que efectivamente debe ser la opción de cada quien o, en su efecto y si la propia persona ya no está en condiciones de decidir, de otra persona que tenga un real vínculo de amor con el paciente. Pienso que todo este gran temor a la muerte viene de las mal concebidas ideas religiosas que nos pintan el limbo y/o el infierno como consecuencia de una muerte voluntaria. Tenemos que sufrir para merecer el cielo!!! y mientras más dolorosa sea la muerte más santos somos a los ojos de los demas. Hasta cuando esas ideas medievales y tan limitadas? La muerte es parte del ciclo de la vida y hay que aprender a vivir con ella de la mano. Si tuvieramos plena conciencia de la muerte viviríamos con profundidad cada día sin perder el tiempo en conflictos inútiles. Si nos hermanamos con la muerte (que a mi modo de ver no es el fin, es un cambio de estado, una mudanza) nos hermanamos con la VIDA. Nos cuesta morir o dejar morir a los que amamos porque nos cuesta desapegarnos y eso se entiende. Pero creo que se requiere de un gran amor para dejar ir a un ser querido sin necesidad de la tortura que puede significar una efermedad.
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