LO QUE ME SURGE POR EL FALLECIMIENTO DE LOS PADRES DE MI AMIGO LALO GERALDO
La llamada de Víctor me impactó “…lo papás de Lalo Geraldo murieron en el accidente de San Fernando; los dos, al mismo tiempo”. …sin poder creerlo detuve lo que estaba haciendo. Percibí que nuestro mundo se estaba trizando, nuestra historia, nuestra infancia. No pude, mentalmente, continuar el día. No procesaba lo que me pasaba. Tomé el bus esa noche a Concepción para asistir a los funerales para acompañar a nuestro amigo. Tipo tres y media de la madrugada, en el bus, desperté bañado en llanto; en ese momento me quedó claro la manifestación natural de la vida… la muerte y la turbación que ella me provoca. Repasé vagamente mi mundo infanto-adolescente. En ese momento di cuenta de mis miedos, siendo éstos perder a quienes han sido los actores principales en la construcción de mis afectos. Saber que el rigor de la naturaleza avanza sin poder detener lo inmanejable. Mi narciso yace, una vez más, golpeado por perder el control, por no poder manejar lo que me duele tanto, la falta humildad de aceptar que la vida muchas veces te quita y pretender sostener una actitud resiliente que cada vez se hace más agotadora. Evoco las expresiones dolorosas de antaño; los funerales de los padres de Víctor, los tíos Héctor y Margarita, y los funerales del tío Pablo, padre de Ignacio Gysling. Las iglesias repletas de jóvenes llorando sin comprender la naturaleza de la vida; padres conociendo a sus hijos a través de sus manifestaciones de pena extrema. En esas experiencias tanatoídeas, paradójicamente, la vida nos iba fortaleciendo. También surgían, naturalmente, la conciencia y el fortalecimiento de valores como la solidaridad y la compasión, que en un futuro, no tan lejano, han determinado nuestras conductas manifestándose ellas en los momentos límites que nos ha tocado vivir, y de esa forma delineando la manera en que nos enfrentamos situaciones similares en nuestra vida de adulto. Y así, sin darme casi ni cuenta, se ha ido formando esta gran familia de amigos con quienes he ido aprendiendo de cada emoción surgida de las alegrías, de las tristezas, y de lo dramático de la vida cuya fuerza innata surge cuando debemos luchar frente a situaciones agobiadoras, sosteniendo una esperanza de triunfo en cada circunstancia que nos toca vivir, sin embargo, deduzco que el triunfo real es asumir con humildad todo lo inmanejable, todo lo que no podemos controlar. |