Mi amiga Luli Vouitton...una acuariana dispersa y glamorosa
Debo decir que no soy fanático de las creaciones odiosas del cantautor Alberto Plaza, pero cierto día escuché una canción que reza así:
“Lourdes pequeña inocente quiero contarte una historia y alimentar tu memoria niña de mirada ausente aunque eres tan diferente Lourdes, te quiero cantar a ver si logro llegar a ese planeta distante de donde eres habitante y donde no quiero habitar”
De inmediato intuí que su musa inspiradora era mi amiga Lourdes Andrés, situación que confirmé posteriormente. Sin embargo, nunca pensé que la bajeza de un hombre estuviera representada en ese cantautor. Al terminar de escuchar la letra quedó claro que, lo que no pudo obtener a través del amor, lo destruye con malos poéticos versos como un encantador de serpiente que, finalmente, lanza su ponzoña. Pero Lourdes no es, ni ha sido nunca, una Cleopatra. Sobrevivió a su veneno.
Afirmo que en compañía de mi amiga Lourdes siempre lo he pasado muy bien. Me río de lo simple que toma su vida y la vida, de lo obsesivo de su creación, de sus tiempos propios, de lo olvidadiza y dispersa, de su paranoia controlada que la hace, por momentos, mágica; dejando fuera todas las otras implicancias que indican, en términos psiquiátrico, una patología mental.
Ella hoy, 24 de enero, esta de cumpleaños. Frente a esta situación no me queda más que recordar la celebración de algunos de su cumpleaños a los que yo he asistido. El año 2005 realizó uno en la azotea de un edificio estilo francés de la comuna de Las Condes. La gente asistente a la celebración era variada, con historias distintas, mundos distintos y, lejos, lo más entretenidas que hay. Había artistas de la fotografía, artesanos, periodistas, arquitectos, productores, gay, pintores, etc., una gama extensa y representativa de una sociedad en ebullición y divertida. Todo ello me hizo recordar mis lecturas sobre la biografía de Andy Warhol y su taller “Factory”, un lugar de su creación donde concurrían actores, socialités, músicos y gente “under”. Ese mundo me resulta, en extremo, fascinante porque me hace vivir lo que no me permito comúnmente en la vida diaria. Las líneas simples y geométricas de la azotea junto a sus paredes blancas, creaban un minimalismo escenográfico donde los alambres, chimeneas y alquitrán del techo evocaban sensaciones diversas, pero todas muy agradables. Lourdes Andrés, ese día, fue poseída por Warhol y Wollheim…para dar paso a su celebración.
Otro cumpleaños emblemático, para mí, fue el año 2006. Ese día Lourdes invitó, a la inglesa como habitualmente se estila, lo que implica que cada uno paga lo suyo, para celebrar su cumpleaños con nosotros, sus amigos del grupo XYZ123. Lugar del encuentro fue el local que se ubica inmediatamente al lado del Tavelli de Providencia. El perfil de quienes integrábamos ese selecto grupo sugería personas con sus billeteras escuálidas pero, sin duda alguna, cargados de glamour y lejos lo más entretenidas para gozar la vida y reírnos de la misma. El café costaba $ 750, una diferencia significativa de $ 200 con el Tavelli. La celebración, previa información de la festejada, duraba hasta las 21:30 hrs., momento que ella se retiraría para asistir al agasajo que le tenían preparado sus amigos del grupo ABC1, en rigor lo opuesto al grupo XYZ123 en términos de billeteras, pero igual de entretenidos y agradables. Ese encuentro fue en un pub de una calle aledaña a donde nos encontrábamos. La homenajeada me solicitó que la acompañara para no esperar sola a las personas promotoras de dicho festín. Ofreció invitar a tomarme un trago para que la acompañara en la espera, sin antes dejar de indicarme que no tenía los recursos necesarios para pagar un trago caro. Considerándome muy empático, en relación al sentir de mi amiga, pedí una cerveza, que dicho sea de paso no es de mi agrado, la solicité combinada con Fanta. Lourdes me increpó sobre la solicitud de ese trago tan popular en un lugar tan chic, por lo tanto, sin pestañear siquiera, pedí un tequila margarita y, posteriormente, un vodka naranja a cuenta de la festejada. Palideció, pero dignamente guardó silencio. Popularmente a esa situación se le llama “pisarse la cola”. Sus amigos llegaron una hora más tarde de lo convenido. Eran muy divertidos todos, especialmente uno de ellos, un arquitecto con el que nuevamente me reencontré en una de esas ventas privadas donde se vende todo el menaje de casa, con obras de arte incluidas. En aquella oportunidad me quedé un rato más, a instancias de los organizadores, y gocé de los manjares solicitados descubriendo una amplia y generosa mesa. Pude comprender ahí la magnitud del sentimiento doloroso del pueblo francés frente la magnificencia del reinado de Luis XVI y María Antonieta de Austria, dando paso a la revolución y que dicho sea de paso…le costó la cabeza a la Toña.
Si de glamour se trata, nada más cercano a Lourdes con respecto al tipo de periodismo que practica. Reportó recientemente en París el aniversario de la empresa Benetton, con la familia completa presente; por mes y medio las pasarelas fueron como su propia casa, los encuentros sociales llenaron su agenda y las “beauty people parisinas” fueron sus amigas de juego. Cuando digo “juego” me refiero a que esta situación, en la vida de Lourdes, es solo un acento o una coma pero nada trascendental para generar un cambio de actitud en su divertida vida, la cual quedó en el registro de ella y de nosotros, sus amigos, para recordarla en nuestras tertulias otoñales como una anécdota más. Nunca supe cuándo partió rumbo al “viejo continente”, solo me enteré cuando me participó, a través de un mail, sus andanzas por París y Barcelona, en esta última estuvo en casa de su madre. Nada en ella me sorprende, ella es encantadoramente dispersa y olvidadiza, muy característico de su signo, Acuario.
Este año, 2007, la celebración de su cumpleaños no fue distinta a las anteriores. Días antes me invitó a alojar a la casa de su hermano Jordi, quien también es amigo mío, y que estaba cuidando mientras éste se encontraba de vacaciones. Llevé un arsenal de películas pirateadas y gozamos de ellas hasta alrededor de las 3 de la madrugada. A esa altura la paranoia invadió la noche; cada ruido significó un asaltante, en cada suspiro un asesino asechaba y en cada ladrido del perro anunciaba algún crimen que saldría descubierto al día siguiente por la prensa. Las personas de la empresa ADT, tan desprestigiada últimamente, eran acosados por nuestros constantes llamados telefónicos donde presagiábamos nuestro trágico destino y solicitábamos patrullas de vigilancia. Nuestra seguridad de vida, finalmente, la depositamos en los dígitos de la alarma, la que fue asimilada como una oración. Llegar donde se encontraban los botones de pánico fue ejercitada de tal manera que podíamos llegar ahí, aún sin tener ojos. En conclusión, cada uno se encerró en su habitación asegurando la puerta con un mueble para, posteriormente, dar paso al encuentro con Morfeo. Debo decir que esta especial situación me hizo recordar cuando, de pequeño, armaba mi carpa en el patio de mi casa en Concepción. Ahí surgían, en la noche, todos los gigantes, los fantasmas, y todos aquellos miedos infantiles que hacían de esa situación como algo único, memorable, mágico y…¡¡terrorífico!! El día de la celebración llegué tarde, cargando los productos para hacer un rico almuerzo al día siguiente, las que cocinaría y serviría en la terraza con vista a la piscina, acompañando con buenos mostos y una entretenida conversación donde los temas nunca se concluirían, finalmente, porque a medio andar…ya no recordábamos el tema o, sencillamente, ya no nos importaba lo que estábamos conversando; he ahí lo disperso de los comensales, Lourdes y yo. Bueno, volviendo al asunto; el tema al que apunto es que nos encontrábamos todos los invitados a la celebración…¡¡¡menos la festejada!!! Ella se había ausentado para comprar hielo con la típica frase “voy y vuelvo enseguida”…una hora más tarde regresa y recibe, con asombro, los saludos de sus invitados con una cara de sorpresa y encanto que me fue difícil no recordar a Cecilia Bolocco cuando ganó el título de Miss Universo. Entre las personas que ahí nos encontrábamos había otra acuariana genial, Nicole, quien es prima de la festejada siendo ella una artista y expositora de excelencia. Me fue muy grato ese reencuentro, no paramos de conversar nuestros temas de interés…el mundo espiritual, es decir, literalmente hablamos de lo humano y lo divino. Ahí se conformó, finalmente, la trilogía acuariana, Lourdes, Nicole y yo; tres sujetos unidos por el concepto esotérico del signo, aunque de personalidades distintas entre sí pero los tres de marcadas características como lo son a valoración de la amistad, el amor universal, el altruismo y, por qué no decirlo, las revoluciones sociales. Fue, una vez más, una velada memorable aquella, la del festejo de mi amiga Luli Vouitton, como la he bautizado.
“Lourdes pequeña inocente quiero contarte una historia y alimentar tu memoria niña de mirada ausente aunque eres tan diferente Lourdes, te quiero cantar a ver si logro llegar a ese planeta distante de donde eres habitante y donde no quiero habitar”
De inmediato intuí que su musa inspiradora era mi amiga Lourdes Andrés, situación que confirmé posteriormente. Sin embargo, nunca pensé que la bajeza de un hombre estuviera representada en ese cantautor. Al terminar de escuchar la letra quedó claro que, lo que no pudo obtener a través del amor, lo destruye con malos poéticos versos como un encantador de serpiente que, finalmente, lanza su ponzoña. Pero Lourdes no es, ni ha sido nunca, una Cleopatra. Sobrevivió a su veneno.
Afirmo que en compañía de mi amiga Lourdes siempre lo he pasado muy bien. Me río de lo simple que toma su vida y la vida, de lo obsesivo de su creación, de sus tiempos propios, de lo olvidadiza y dispersa, de su paranoia controlada que la hace, por momentos, mágica; dejando fuera todas las otras implicancias que indican, en términos psiquiátrico, una patología mental.
Ella hoy, 24 de enero, esta de cumpleaños. Frente a esta situación no me queda más que recordar la celebración de algunos de su cumpleaños a los que yo he asistido. El año 2005 realizó uno en la azotea de un edificio estilo francés de la comuna de Las Condes. La gente asistente a la celebración era variada, con historias distintas, mundos distintos y, lejos, lo más entretenidas que hay. Había artistas de la fotografía, artesanos, periodistas, arquitectos, productores, gay, pintores, etc., una gama extensa y representativa de una sociedad en ebullición y divertida. Todo ello me hizo recordar mis lecturas sobre la biografía de Andy Warhol y su taller “Factory”, un lugar de su creación donde concurrían actores, socialités, músicos y gente “under”. Ese mundo me resulta, en extremo, fascinante porque me hace vivir lo que no me permito comúnmente en la vida diaria. Las líneas simples y geométricas de la azotea junto a sus paredes blancas, creaban un minimalismo escenográfico donde los alambres, chimeneas y alquitrán del techo evocaban sensaciones diversas, pero todas muy agradables. Lourdes Andrés, ese día, fue poseída por Warhol y Wollheim…para dar paso a su celebración.
Otro cumpleaños emblemático, para mí, fue el año 2006. Ese día Lourdes invitó, a la inglesa como habitualmente se estila, lo que implica que cada uno paga lo suyo, para celebrar su cumpleaños con nosotros, sus amigos del grupo XYZ123. Lugar del encuentro fue el local que se ubica inmediatamente al lado del Tavelli de Providencia. El perfil de quienes integrábamos ese selecto grupo sugería personas con sus billeteras escuálidas pero, sin duda alguna, cargados de glamour y lejos lo más entretenidas para gozar la vida y reírnos de la misma. El café costaba $ 750, una diferencia significativa de $ 200 con el Tavelli. La celebración, previa información de la festejada, duraba hasta las 21:30 hrs., momento que ella se retiraría para asistir al agasajo que le tenían preparado sus amigos del grupo ABC1, en rigor lo opuesto al grupo XYZ123 en términos de billeteras, pero igual de entretenidos y agradables. Ese encuentro fue en un pub de una calle aledaña a donde nos encontrábamos. La homenajeada me solicitó que la acompañara para no esperar sola a las personas promotoras de dicho festín. Ofreció invitar a tomarme un trago para que la acompañara en la espera, sin antes dejar de indicarme que no tenía los recursos necesarios para pagar un trago caro. Considerándome muy empático, en relación al sentir de mi amiga, pedí una cerveza, que dicho sea de paso no es de mi agrado, la solicité combinada con Fanta. Lourdes me increpó sobre la solicitud de ese trago tan popular en un lugar tan chic, por lo tanto, sin pestañear siquiera, pedí un tequila margarita y, posteriormente, un vodka naranja a cuenta de la festejada. Palideció, pero dignamente guardó silencio. Popularmente a esa situación se le llama “pisarse la cola”. Sus amigos llegaron una hora más tarde de lo convenido. Eran muy divertidos todos, especialmente uno de ellos, un arquitecto con el que nuevamente me reencontré en una de esas ventas privadas donde se vende todo el menaje de casa, con obras de arte incluidas. En aquella oportunidad me quedé un rato más, a instancias de los organizadores, y gocé de los manjares solicitados descubriendo una amplia y generosa mesa. Pude comprender ahí la magnitud del sentimiento doloroso del pueblo francés frente la magnificencia del reinado de Luis XVI y María Antonieta de Austria, dando paso a la revolución y que dicho sea de paso…le costó la cabeza a la Toña.
Si de glamour se trata, nada más cercano a Lourdes con respecto al tipo de periodismo que practica. Reportó recientemente en París el aniversario de la empresa Benetton, con la familia completa presente; por mes y medio las pasarelas fueron como su propia casa, los encuentros sociales llenaron su agenda y las “beauty people parisinas” fueron sus amigas de juego. Cuando digo “juego” me refiero a que esta situación, en la vida de Lourdes, es solo un acento o una coma pero nada trascendental para generar un cambio de actitud en su divertida vida, la cual quedó en el registro de ella y de nosotros, sus amigos, para recordarla en nuestras tertulias otoñales como una anécdota más. Nunca supe cuándo partió rumbo al “viejo continente”, solo me enteré cuando me participó, a través de un mail, sus andanzas por París y Barcelona, en esta última estuvo en casa de su madre. Nada en ella me sorprende, ella es encantadoramente dispersa y olvidadiza, muy característico de su signo, Acuario.
Este año, 2007, la celebración de su cumpleaños no fue distinta a las anteriores. Días antes me invitó a alojar a la casa de su hermano Jordi, quien también es amigo mío, y que estaba cuidando mientras éste se encontraba de vacaciones. Llevé un arsenal de películas pirateadas y gozamos de ellas hasta alrededor de las 3 de la madrugada. A esa altura la paranoia invadió la noche; cada ruido significó un asaltante, en cada suspiro un asesino asechaba y en cada ladrido del perro anunciaba algún crimen que saldría descubierto al día siguiente por la prensa. Las personas de la empresa ADT, tan desprestigiada últimamente, eran acosados por nuestros constantes llamados telefónicos donde presagiábamos nuestro trágico destino y solicitábamos patrullas de vigilancia. Nuestra seguridad de vida, finalmente, la depositamos en los dígitos de la alarma, la que fue asimilada como una oración. Llegar donde se encontraban los botones de pánico fue ejercitada de tal manera que podíamos llegar ahí, aún sin tener ojos. En conclusión, cada uno se encerró en su habitación asegurando la puerta con un mueble para, posteriormente, dar paso al encuentro con Morfeo. Debo decir que esta especial situación me hizo recordar cuando, de pequeño, armaba mi carpa en el patio de mi casa en Concepción. Ahí surgían, en la noche, todos los gigantes, los fantasmas, y todos aquellos miedos infantiles que hacían de esa situación como algo único, memorable, mágico y…¡¡terrorífico!! El día de la celebración llegué tarde, cargando los productos para hacer un rico almuerzo al día siguiente, las que cocinaría y serviría en la terraza con vista a la piscina, acompañando con buenos mostos y una entretenida conversación donde los temas nunca se concluirían, finalmente, porque a medio andar…ya no recordábamos el tema o, sencillamente, ya no nos importaba lo que estábamos conversando; he ahí lo disperso de los comensales, Lourdes y yo. Bueno, volviendo al asunto; el tema al que apunto es que nos encontrábamos todos los invitados a la celebración…¡¡¡menos la festejada!!! Ella se había ausentado para comprar hielo con la típica frase “voy y vuelvo enseguida”…una hora más tarde regresa y recibe, con asombro, los saludos de sus invitados con una cara de sorpresa y encanto que me fue difícil no recordar a Cecilia Bolocco cuando ganó el título de Miss Universo. Entre las personas que ahí nos encontrábamos había otra acuariana genial, Nicole, quien es prima de la festejada siendo ella una artista y expositora de excelencia. Me fue muy grato ese reencuentro, no paramos de conversar nuestros temas de interés…el mundo espiritual, es decir, literalmente hablamos de lo humano y lo divino. Ahí se conformó, finalmente, la trilogía acuariana, Lourdes, Nicole y yo; tres sujetos unidos por el concepto esotérico del signo, aunque de personalidades distintas entre sí pero los tres de marcadas características como lo son a valoración de la amistad, el amor universal, el altruismo y, por qué no decirlo, las revoluciones sociales. Fue, una vez más, una velada memorable aquella, la del festejo de mi amiga Luli Vouitton, como la he bautizado.