Claudio Araya Sotomayor

Estoy aprendiéndo a usar la página...a alguien se le ocurrió modernizarme...

Thursday, March 30, 2006

ANÁLISIS PROPIO SOBRE LA HOMOSEXUALIDAD

Analizando un texto sobre homosexualidad, titulado Margaynalidad (Muñoz, M.; 1987) que me envió hace ya bastantes años el Psicólogo Mariano Muñoz, ha vuelto a tener para mí, considerando los cambios políticos actuales, un sentido de análisis.

La definición de homosexualidad en nuestra sociedad, y desde la perspectiva del ciudadano común, devienen los adjetivo de pervertido, anormal, maricón, pederasta hasta gay, lesbianas y otros menos insultantes pero igualmente ofensivos. Todos ellos denotan un rechazo social fuerte pero con una necesidad mórbida de escudriñar sobre ese mundo privado que resulta tan misterioso, a la vez que atractivo, para muchos.

Se sostiene que la homosexualidad es antinatural. En este punto, coincidiendo con Mariano, creo que efectivamente lo es, al igual que lo es todo el orden organizacional de nuestra sociedad construida por nosotros, los que la habitamos y determinamos. Desde la perspectiva del histórico-social la conducta humana es la conclusión de muchas transformaciones y por tal razón no podemos reprender, de manera tan simplista, de antinatural una situación que tiene más de expresión liberadora del sujeto frente a una sociedad represora. De igual manera, si consideramos la homosexualidad como un aprendizaje, siendo éste producto de la interacción hombre-medio ambiente, entonces predomina lo histórico-social como patrón moldeador de lo biológico natural.

Obviamente el homosexual es rechazado por nuestra sociedad, la que esta construida y normada, para que solo pueda ser habitada por fálicos-narcisistas. Por tal razón el homosexual resulta ser un agresor inconsciente para esta sociedad moralista, cuyos mecanismos defensivos buscan perpetuar, a través de código morales religiosos cargados de cinismos, una marginación crónica del individuo homosexual, al que solo se puede aceptar si éste asume el ascetismo como conducta a perpetuidad.

Asumiendo lo planteado por Mariano en su texto, que la persona homosexual se va haciendo en su historia, puesto que no nace consolidada y el destino de su desviación, respecto a la norma, varía de acuerdo al signo de los tiempos. Frente a ello puedo afirmar, entonces, que la sociedad actual sostiene y eterniza un modelo que lleva hacia un decadentismo social crónico al generar relaciones interpersonales insatisfactorias y donde se perpetúa el rechazo, la discriminación y la intolerancia.

Desde la perspectiva científica, éste permite plantear que la sexualidad es un continuo que no esta reducido, ni psicológica ni biológicamente, a lo masculino o femenino. Siendo éstos constructos hipotéticos para procurar una forma en cuyo centro se permite que exista la variación de la bisexualidad. Por lo expuesto, y por la experiencia de asistir como psicólogo, a personas que desean “salir del clóset” hago propio lo planteado por Mariano en su texto “Margaynalidad”, donde dice “…esta es la carga afectiva que sobrellevo cuando trato a un invertido o una lesbiana: una mezcla de admiración por lo solitario de su lucha, dolor por lo inmenso de su soledad, solidaridad por lo subversivo de su emancipación y cercanía por lo humano de su miedo. Y casi no me di cuenta que al describir a este subversivo sexual en su lucha, su soledad, su emancipación y su miedo, he descrito el carácter o las circunstancias humanas de un verdadero revolucionario. Y el homosexual asumido, hombre o mujer, lo es. Al aceptarse a sí propios, realizan la revolución en ellos mismos, con lucidez, desprendimiento, sufrimiento y libertad.”

Friday, March 24, 2006

LA CONDUCTA HUMANA FRENTE AL TEMA SIDA

Transcribo una carta que envié, en su momento, al diario La Época el día Lunes 10 de abril de 1989 (Año 3 Nº 751), impactado por la conducta de la población cuando el Padre Baldo Santi abrió la casa de Acogida en Ñuñoa para que los pacientes con VIH-SIDA fueran a morir. Personas de la comuna tiraban basuras a su puerta y las autoridades utilizaban todo su poder porque no querían que “ese tipo de personas” estuvieran habitando su comuna. Todo ello me hace reafirmar una de mis frases célebres y es que “…la estupidez humana es peor que la maldad” y le agrego “la ignorancia”, por cierto. El texto fue el siguiente:

Señor Director:
He leído con perplejidad la actitud de los vecinos de Ñuñoa y sus autoridades, que se oponen al establecimiento de una casa para recibir pacientes con SIDA en esa comuna. Algún día existirán, necesariamente, casas como éstas en todas las comunas. La Organización Mundial de la Salud y numerosos y prestigiosos centros ha producido información en abundancia sobre la enfermedad. Los vecinos ya debieran estar en conocimiento de que el SIDA solo se transmite por determinadas relaciones sexuales sin protección (preservativos) con una persona infectada; al recibir una transfusión de sangre que contenga el virus o al infectarse con agujas o jeringas contaminadas. También puede contagiarse un recién nacido si su madre esta infectada con el virus.
No se puede adquirir el virus del SIDA por contactos casuales de tipo social, tales como darle la mano a una persona infectada, abrasarla, acariciarla, comer con ella, compartir la vajilla, estar en la misma habitación, calle o bus. Tampoco puede infectarse al conversar con una persona infectada o el acompañarla en sus momentos de soledad o confusión.
En Chile hay más de 120 personas enfermas, la mitad ha fallecido y el Ministerio de Salud estima en alrededor de seis mil los casos infectados que se encuentran aparentemente sanos. Son personas como nuestros amigos, hijos, hermanos, padres y madres. Personas queridas para alguien. Viven alrededor de nosotros y con nosotros.
El SIDA se conoce desde 1980 y en Chile desde 1984. Es deber de cada uno estar informado y exigir, de una vez, información amplia y veraz a las autoridades de salud.
En estos momentos difíciles corresponde actuar con la razón y sentimientos. No podemos dejar que instintos primitivos, como el pánico y la agresión, dominen nuestras decisiones. Hagamos cosas de las que nos podamos sentir orgullosos. Hay que luchar contra la ignorancia.

Claudio Araya Sotomayor
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CARTA DE UN PADRE POR LA MUERTE DE SU HIJO

Señor Director:

Después de haber pasado, mi mujer y yo, esquivando el tema nos topamos en su prestigiosa revista con el artículo “La Sexualidad Desviada” (Nº 672), el cual en forma bastante objetiva nos permitió aclara algunos puntos, de lo que fue tema prohibido en nuestra familia, motivado por lo que hoy, ya en la serenidad de la vejez, me atrevo a comentar, quizás como ayuda al entendimiento de aquellas personas que paradójicamente el artículo llama “Gays” (“alegres”).

Criamos cuatro hijos: dos hombres y dos mujeres que fueron nuestra preocupación y motivo de nuestras alegrías. Destacaban en los estudios y en los deportes, pero sobresalía de ellos nuestro hijo mayor, quien a los 30 años, era un profesional de prestigio y, según nosotros, tenía todas las perspectivas para ser un triunfador en la vida.

Un día de primavera, se quitó la vida.

Quedamos sumergidos en la inmensa pena y la incomprensión de su conducta. Dejó una carta que decía: “si Dios no fue justo conmigo en a tierra, lo será en el cielo, estoy seguro”.

Por algunos documentos encontrados supimos que tenía impulsos homosexuales desde los 14 años de edad. Lo hacían sufrir enormemente. Había buscado ayuda de psicólogos y psiquiatras y aún en prostíbulos, y nada de ello pudo cambiarlo.

Debió aceptarlo, era homosexual. Vimos cambiar de a poco su vida, según nosotros para mejor. ¡qué ciego somos los padres¡. No salía, no tenía amigos, pintaba; cuánta tristeza abría en el corazón de mi muchacho; comprendió que nosotros nunca lo entenderíamos, y que lo rechazaríamos por algo que él nunca había buscado. Ustedes lo dicen en el artículo. Y tomó su drástica decisión.

Después de su muerte se borró la alegría de nuestra casa. Nuestro muchacho, “El más brillante”, era para nosotros un perfecto desconocido. No cabía la felicidad en una casa que no había sabido comprender ni dar la oportunidad a uno de sus hijos para ser realmente quien era. Siempre severo y rígido en mis conceptos, ¡cuánto he cambiado desde entonces¡ Aunque a mí ya no pueda servirme y menos a él que prefirió dejarnos a “defraudarnos”. Es malo que la vida deba golpearnos tan duro para hacernos reflexionar. Habría bastado un poco de comprensión y valentía y habría envejecido feliz.

Señor Salvo
Providencia
Revista del Domingo Nº 672. El Mercurio

Wednesday, March 22, 2006

EL BUEN MORIR

Hoy escucho las noticias sobre el debate moral y ético que tiene nuestra sociedad para permitir que la persona pueda decidir poner término, voluntariamente, a su vida cuando existe una enfermedad incurable y de costos altísimos que ponen el riesgo el patrimonio personal y el familiar. Esto último no es tema menor.

Esta situación actual me ha obligado a rearmar, a través de la memoria que ido recuperando, una experiencia personal. Hace cuatro años atrás, 2002, sufrí una “meningoence falitis criptococócica” más otras enfermedades de igual severidad, que me dejaron postrado y desahuciado. El tema no trataba si yo deseaba morir; la situación pasaba por la autorización del médico, quien decidía si yo “tenía que vivir o no”, y para ello era de extrema importancia aplicarme una inyección crucial para enfrentar esa enfermedad. Él consideró que, frente a mi gravedad, era un recurso perdido el aplicármelo porque se iba parte importante del ítem presupuestario que se le había asignado a la “meningoence falitis criptococócica” en ese hospital. Gracias a mi familia, y a un médico que no se creyó el cuento de ser Dios, pudieron exigir que me la otorgaran. Tampoco éste médico tomó en cuenta la fuerza que el paciente, en este caso yo, se aferraba a la vida. La sobrevivencia, reconozco, la tengo muy arraigada en mí.

La historia a la que me refiero no trata del problema ético-moral del “buen morir” del paciente, sino del problema de un médico que decide quién debe vivir o morir. Es otra forma de poner en práctica la eutanasia, pero con la gran diferencia, el paciente quería vivir. En lo personal, esta figura se parece más a un asesinato por parte del profesional, como antaño lo hicieron los nazis, frente a la incapacidad del galeno.

Por otro lado, asisto a pacientes con VIH-SIDA como voluntario de un hospital. En rigor, este cargo asiste al paciente desde la perspectiva práctica y unipersonal, aunque por mi profesión de psicólogo trato de dar y desarrollar un apoyo afectivo más profesional entre el sujeto y su familia. Veo diariamente a grandes luchadores, pequeños-grandes héroes; veo a pacientes y a sus familias luchando por su derecho a la vida enfrentando un sistema muy burocrático, muy poco acogedor, muy practicador de eutanasias, no por un sentido humano, sino por la decadencia social que vivimos día a día priorizando costos y utilidades. Ver el sufrimiento humano como un costo económico.

También he visto pacientes que, frente a la realidad cruel de su situación, no desean seguir viviendo. En lo personal, valido ésta situación. Pienso que la persona afectada, y solo él, puede saber y enfrentarse a sus reales fortalezas y sus propias debilidades y por ende poder decidir hasta dónde desea vivir. Para muchos, incluso para mí, resulta fuerte de tratar éste asunto. Sin embargo, al pensar sobre el tema en cuestión, me enfrento a mis propios miedos, a mis sentimientos culposos tan reforzados en mi formación católica, a mis egoísmos, a mis carencias de empatía con el “otro” y a un sinfín de situaciones que me permiten procesar cognitivamente las experiencias propias y de otros. Debo plantearme, frente a las experiencias que he vivido, hasta qué punto puedo pretender que el paciente sufra porque yo no estoy preparado para enfrentarme a mis propios miedos y debilidades. Concluyo que debemos legislar para poder acoger a ese grupo de personas que desean un “buen morir”. Nadie a quienes he consultado, postulando una situación límite, plantean el deseo de vivir mecánicamente. Piden que Dios se acuerde de ellos antes de sufrir o que sus familias sufran. Hay mucho que pensar en éste tema.

Thursday, March 16, 2006

Como resultado de la lectura de un buen libro




IMPRESIONES:

Manuel Bustos ha muerto físicamente hoy, y su sentido a la vida ha cruzado las fronteras de la inmortalidad.Hoy escucho las noticias de la televisión desde la calidez de mi cama y la fiel compañía de un café humeante (el cigarrillo lo dejé hace quince días... es mi pequeña gran lucha personal) En pantalla muestran la vida y obra de este sindicalista chileno, el cómo fueron sus comienzos como hijo de nadie, sus pies descalzos y pantalones rotos hasta la edad de doce o trece años, sus primeros trabajos en el campo, en la feria de su pueblo, etc. También hacen presente con gran fuerza, ahora que esta muerto, su constante lucha frente a un mundo adverso, a la pureza de un ideal..., su ideal.

Hora: medio día

Lugar: Plaza de la Constitución

Observación: banderas flamean a media asta en señal de duelo.

Un profundo recogimiento me embarga, un pesar, un cuestionar y un querer entender. En ese preciso momento recuerdo la lectura que tan entusiastamente leí, a pesar de su carácter obligatorio y evaluativo. Aunque no me quejo y acepto estas órdenes reconozco, felizmente, pequeños destellos de rebeldía juvenil en mis bien conservados años de adulto joven... . ¡supongamos que así sea!.Este libro ha tocado fibras desconocidas para mí, tanto por su contenido como por la contrastación constante, y fuera de toda propia voluntad, de mi existencia y vivencias.Volviendo a Manuel Bustos, y a sus comienzos de niño pobre y olvidado de toda asistencia... quizás por la nimiedad de su voto, quizás por el egoísmo del ser humano, quizás por la incapacidad del hombre para empatizar, quizás en pos de la grandeza de un mártir, quizás..., quizás..., no sé. Creo que en ese rigor de sobrevivencia pudo Manuel encontrar su "voluntad de sentido" donde, y frente a la negación de un sentido de existencia de grupo, nada más quedó para él que la búsqueda de un sentido propio de existencia y que al final de su camino hemos podido comprobar que su "sentido de vida", creadora por excelencia, al igual que el de don Clotario Blest, ha trascendido al hombre-individuo para cobijar al hombre-social. Ha trascendido al trabajador chileno manifestándose en su dignidad, igualdad y justicia laboral; ha trascendido su obra por sobre el tinte político tal como lo ha hecho un Padre Hurtado; ha trascendido en la consecuencia lógica de pensamiento-obra.

Ha trascendido y manifestado el encuentro amoroso de Manuel con su Dios interno. Creo que el libro de Viktor Frankl me ha permitido observar y comprender, en la medida que mi humilde intelecto me puede otorgar y permitir, los miles de campos de concentración que existen al interior de cada uno de nosotros, los seres humanos. Y que, al igual que niños maltratados, repetimos el modelo inculcándolo en nuestros propios hijos, en nuestros futuros hijos, en nuestras relaciones, etc. De otra manera no tendríamos todos los días Holocaustos como se han ido repitiendo en Yugoslavia, Irak, en oriente y en África. Siento que todos, incluyéndome, nos hemos quedado en la comodidad liberadora del gesto, del asombro, del rechazo verbal sin compromiso; preferir el aislamiento afectivo porque de esa forma “no sufro”.

Si bien la lectura de este libro permite análisis desde diversas perspectivas e infinitas formas, debo decir que no encuentro aún letra o fonema que me permita expresar con, y en consecuencia lógica, un pensamiento desordenado por la estimulación constante a mis propias vivencias, cuyo único y bendito culpable es don Viktor Frankl.Cada vez que se me impone algo, como en esta puntual situación de tener que escribir, me concedo la mínima excentricidad de decirle a mi torturador lo que me debe y, en el mejor y pocas ocasiones, lo que yo le adeudo. Es un derecho conceder al condenado a muerte "la última voluntad"... o, es que ¿ya se abolió? (no he leído el periódico de hoy)

Deudas

1. Debo a este libro, y a su contenido, el derecho a meditarlo.

2. Debo a mi persona el deber de plasmar mis sentimientos en la forma más honesta y fiel que los medios me permitan, o de lo contrario buscar la forma.

3. Debo a usted, profesora Vilma Bustos, una impresión de tres carillas acerca de un texto determinado.

Haberes

1. Se me adeuda el setting agradable de un grupo de amigos donde resguardar y comunicar mis sentimientos.

2. Se me debe a una "Vilma persona" sin la insolencia de su título, rango o autoridad.

3. Se me debe la libertad mínima de expresar mis sentimientos sin la opresión o amenaza de la calificación.

4. Se me debe la copa de vino tinto como señuelo a las expresiones del alma.

Hora: fin del día

Lugar: mi cama

Observación: junto a un café humeante mis pensamientos flamean a media asta en señal de duelo.


Monday, March 13, 2006

Esta foto se la envío a Mariela Paniagua


Esta foto se la envío a Mariela Paniagua, artista plástica que triunfa en México con sus obras, a quien asumí como mi hermana. Visiten su blog http://marielapaniagua-plastica.blogspot.com


LA ASUNCIÓN DE BACHELET LA OBSERVÉ EN CAU-CAU





Como toda situación que acontece en mi vida, esta marcada por lo inesperado, por lo no planificado. Esto se repitió cuando me prestaba a celebrar, en Santiago y en casa de una amiga, con asado y vino la transmisión de mando de quien es la depositaria de mi confianza y esperanza para hacer de mi país, Chile, un Estado acogedor y justo. Hubo cambio de planes, fui llamado tarde en la noche para viajar a Cau-Cau el fin de semana invitado por Felipe, el dueño de la cabaña. Obviamente partí, no sin antes presentar mis disculpas a los anfitriones que anteriormente me habían invitado.

En extremo agradable fue el fin de semana; éramos cuatro personas muy distintas entre sí. Uno de ellos de pensamiento derechista, los otros dos eran ciudadanos cubanos que huyeron del régimen dictatorial de Fidel Castro. Todas personas muy inteligentes y de planteamientos claros, y cuyas experiencias diversas validaban aún más sus posturas. En Cau-Cau logramos, en ese momento, un pequeño núcleo social donde pudimos conversar nuestros temas y posturas políticas logrando un setting adecuado para la conversación amable, seria, y generosa. Naturalmente quedó afuera todo fanatismo que pretendiera la imposición y desvalorización a través de las descalificaciones del otro. Qué diferencia a reuniones que he presenciado, y participado, donde pareciera ser que estuvieran cenando con su enemigo. El fanatismo jamás me ha gustado.

Con Bachelet pretendo, y confío, lograr una sociedad más justa donde todos seamos ciudadanos reconocidos por derecho, donde nuestra opción de vida no se observe como desprotegida y vulnerable, donde la igualdad de oportunidades sea para todos en la medida del esfuerzo personal y que nuestra sociedad no frustre aquel esfuerzo. En esto radica mi pensamiento de centro izquierda. Creo, firmemente, en el libre mercado en la medida que el Estado ponga su acento en fortalecer las áreas sociales, principalmente en la educación, para lograr ciudadanos con competencias que puedan ejecutar responsablemente las labores que pretenden y que libremente han elegido, alcanzando de ésta forma ser una sociedad adulta.


Friday, March 10, 2006

UNA VELADA ESPECIAL EN CASA DE UN AMIGO



Ayer, 9 de marzo del 2006, asistí a lo que prometía ser una reunión social del reencuentro de amigos después de unas largas y merecidas vacaciones. Nada más lejano de ello.
El dueño de casa, siempre de trato gentil, sostuvo el peso de la conversación en forma ágil e inteligente, amena y divertida.

Fue raro que, en el escenario que planteo, se hayan conjugado la torpeza y el fanatismo de un comensal y amigo frente a un tema lleno de hermosura, de encanto, que se mueve dentro de lo sensible, de la empatía, de la poesía del sujeto. Todo ello, y mucho más, significa la política para mí. Sin duda, el significado formal es aquél sujeto que muestra habilidad y prudencia en el trato o manejo de temas. Nada más lejano de ello en ésta ocasión.

Observé con desencanto la conjugación de verbos cargados de odios y resentimientos. Una izquierda que fue ofendida gratuitamente por un amigo carente de mística en su discurso. Un amigo que, al fragor del fanatismo, ofendió por el solo echo de pensar distinto.

He meditado sobre este asunto en mi regreso a casa. Nada más tremendo que el desencanto social, el desencanto en el hombre. Sin embargo, reafirmo mi postura y acciones frente a los hechos que reclamo porque en la vida no he aprendido de lo lírico, sino de lo épico y dramático de las luchas sociales y del sufrimiento de las personas. Reconozco que, en mi vida, no me he quedado estacionado en el espanto y en lo impresionable de lo acontecido con la persona social. He aportado mi grano de arena a mi compromiso con la gente. No me he quedado en la apología del cambio, de la arenga. En lo personal, no creo en los cambios violentos; quedando claro en la historia que quienes lo han practicado, tarde o temprano, han demostrado haber enfrentado un tremendo fracaso. Creo en ese arte de representar los intereses sociales manejándolos dentro de un sistema respetuoso, pero firme. Por tal razón creo en la diplomacia.

Pienso que a mi amigo lo mueven buenas intenciones, sin embrago, el exacerbamiento de sus resentimientos y odios lo alejan de los cambios sociales profundos. En lo personal creo en la razón del discurso, en la acción consecuente, en la sencillez del ideal. Pensar desde la perspectiva de la omnipotencia es adelantar la tiranía, comenzando con la tiranía del pensamiento.

Monday, March 06, 2006

Viva la Diversidad

Esta es la carga afectiva que sobrellevo cuando trato a un invertido o una lesbiana: una mezcla de admiración por lo solitario de su lucha, dolor por lo inmenso de su soledad, solidaridad por lo subversivo de su emancipación y cercanía por lo humano de su miedo. Y casi no me di cuenta que al describir a este subversivo sexual en su lucha, su soledad, su emancipación y su miedo, he descrito el carácter o las circunstancias humanas de un verdadero revolucionario. Y el homosexual asumido, hombre o mujer, lo es. Al aceptarse a sí propios, realizan la revolución en ellos mismos, con lucidez, desprendimiento, sufrimiento y libertad. (M. Muñoz)




Para mi amigo Rodrigo

El afán de Rodrigo de trastornarme con esta página ...tendré que partir nuevamente de vacaciones por este estres